HAY PODER EN LO QUE USTED DICE
Usando El Poder De La
Confesión De La Fe
Introducción: Tres milenios atrás (3,000 años), el
sabio Salomón escribió Pr 6:2.
Él comprendió el poder que había en lo que usted decía. Pues es verdad
que en su boca hay poder para atrapar, poder para librar, poder para curar,
poder para matar. En lo que usted dice hay poder que sobrepasa lo que
cualquiera pueda imaginar.
A. DIOS LO DIJO
PRIMERO
Uno “más
grande que Salomón” (Jesús) exaltó el misterio del poder de la confesión
(lo que usted dice) cuando proclamó sin temor: Mr 11:23. Oh, sé que nos hemos equivocado en este respecto; hemos
dudado, y hasta sido incrédulos. Sin embargo, la palabra de Dios es verdad.
Esta declaración verídica no necesita ponerse en duda, no necesita
explicación de parte de nosotros los modernos; no necesita avenencia para
calificar. La Palabra de Dios necesita ser creída simplemente, Ro 3:4.
B. NUESTRA CONFESIÓN
“Oh, hermano
Mahoney”, usted dice: “Esto no puede ser literalmente cierto”. ¡Pero lo es! Hay
poder en lo que usted habla. “Recibirá cualquier cosa que diga”, si lo dice
creyendo.
1. Trae Resultados Negativos
Trágicamente, esta poderosa verdad se cumple aun
en la incredulidad. Por ejemplo, su pequeña hija de siete años, Susana,
entra estornudando. Inmediatamente usted dice: “¡Ven acá, mi amor! Creo que te
va a dar la gripe”. Usted no tiene prueba de que tiene la gripe, pero al confesar
que su hijita Susana la tiene, está abriendo las puertas para que el germen de
la gripe entre en ella por el hecho de que lo dijo. Puede estar seguro
de que Susana va a tener la gripe. Cuando usted lo dijo, no lo dudó y recibió
lo que habló.
2. Trae Resultados Positivos
Si esto
resulta en lo negativo, y puede que obre, ¿por qué nosotros los cristianos no
podemos ser absolutamente positivos en nuestra confesión (en lo que
decimos) de la Palabra, y ver las provisiones de esa Palabra en nuestras vidas
diarias y en el hogar? ¡Usted puede, amigo mío!
Invirtiendo
en el ejemplo de arriba, pongámoslo de la siguiente manera: “La niñita Susana
entra estornudando. Inmediatamente usted dice: “...El mismo [Jesús] tomó
nuestras enfermedades... por cuya [Su] herida fuisteis [tiempo
pasado] sanados” (Mt 8:17; 1 P 2:24). Tan pronto como usted lo diga,
la enfermedad o germen se debilita en el poder que tenía sobre Susana, y usted tiene
la victoria por lo que dijo.
El Hermano T.
L. Osborn me dijo un secreto de sanidad muchos años atrás que ilustra esta
verdad. Nunca lo he podido olvidar. Él dijo: “Hay tres cosas que deben ser
consideradas en la enfermedad: PRIMERA, lo que dicen los síntomas. SEGUNDA,
lo que la Palabra de Dios dice, TERCERA, lo que usted dice. Si usted
dice lo que Dios ha dicho, la enfermedad tiene que salir. Si usted dice
lo que los síntomas dicen, recibirá lo que dice”. He descubierto que
esto es TOTALMENTE cierto.
C. LA RESPUESTA ESTA
EN SU BOCA
Un amigo me contó la siguiente historia hace poco tiempo, la cual, me ha
ayudado muchísimo:
“Una vez un
niño salió a recoger huevos de caramelo durante el Domingo de Pascuas. Su madre
los había escondido y le prometió que los encontraría en algún lugar del
cuarto, pero que era su trabajo encontrarlos. Así que, comenzó a buscarlos;
primero, debajo de la silla que estaba en una esquina; luego, detrás de la
mesa, debajo de la alfombra y detrás de las almohadillas de los asientos. Su
madre le dijo en esos momentos: “¡Tomasito, estás cada vez más cerca de donde
están! ¡Ahora estás más lejos!”, etc. Tomasito continuó buscando por mucho
tiempo, acercándose al lugar donde estaban los huevos de caramelo algunas veces
y alejándose en otras; no podía encontrarlos. Finalmente, se detuvo, colocó sus
manos sobre sus caderas y miró a su mamá desilusionado. Ella exclamó:
“Tomasito, estás realmente cerca”. Sorprendido, miró hacia abajo, sólo para ver
que sus manos estaban realmente cerca del bolsillo de su abrigo. Metió sus
manos en los bolsillos, y allí estaban los huevos de caramelo, exactamente en
los bolsillos de su abrigo”.
Esto ilustra
la manera en que muchos de nosotros oramos. Estamos buscando a Dios y la
respuesta a nuestra necesidad, “llegando al cielo” o “descendiendo
hasta las profundidades” para encontrarlo. Buscamos, oramos, ayunamos,
inquirimos (todo lo cual es bíblico); no obstante, ¿qué dicen las Escrituras?
Las cosas que buscas por todas partes están ¡dentro de ti! Ro 10:8.
D. HABLE EN FE
Dios está
esperando que usted comience a hablar en fe a fin de que reciba lo que
dice (confiese, articule). “Que si confesares con tu boca... serás salvo”
(Ro 10:9).
Esta palabra “salvo”,
viene de la raíz griega “sozo”. La Concordancia de Strong y el
Diccionario Griego, dan esta definición: “salvar, librar o proteger, sanar,
preservar, hacer bien, perfeccionar”. Es un término que lo incluye todo,
el cual, el Espíritu Santo escogió para mostrarle el poder de lo que usted
habla o dice. Esto está en armonía con lo que dice Mr 11:23: “...lo que diga
le será hecho”. “¡Lo que diga!”, “Será salvo”. Ambos, cuando son
comprendidos, dicen lo mismo.
Aquello por
lo que está orando, buscando e inquiriendo está (como los huevos de caramelo en
el bolsillo del abrigo del niño) en el poder de su boca. Dígalo ahora mismo, a
toda voz. ¡Confiéselo a todo pulmón! (Sal 47:1). ¡Cuéntelo a sus vecinos!
¡Pregónelo con su propio testimonio! ¡Trátelo!
Esta verdad
poderosa obrará a su favor Ap 12:11.
E. SUMO SACERDOTE DE
NUESTRA CONFESIÓN
Nosotros, por
supuesto, debemos reconocer Ro 9:16.
Suceden cosas milagrosas debido a que Dios está envuelto en nuestro
testimonio y en nuestra profesión, en nuestra confesión y en lo que decimos.
El Señor me
dio un entendimiento de He 3:1, no
hace mucho tiempo, que fue como una poderosa revelación. Como una ráfaga de luz
divina, vino el amanecer sobre mí por primera vez de que Jesús es Sumo
Sacerdote de lo que decimos. Ya había reconocido con presteza Su ministerio
de Sumo Sacerdote. Estaba consciente de He
4:14; Col 3:1; He 7:25. Lo que
ese ministerio de Sumo Sacerdote envolvía, era algo que no comprendía
totalmente. No obstante, de repente lo vi: Jesucristo es “…Sumo sacerdote de
nuestra profesión [confesión: lo que decimos o hablamos]…” (He 3:1).
F. EN JUICIO.
Contemple la
escena en el Cielo. Nuestro Padre celestial está sentado sobre el trono. Jesús
está sentado a la diestra del Padre.
1. Nuestro Acusador
Pero hay
alguien más ante el trono de Dios. ¿Quién es? Las Escrituras dan la respuesta Job 1:6. ¡Véalo, hijo de Dios! Satanás
está “delante de Jehová”, entre los hijos. Las Escrituras indican además
que Ap 12:10. Por lo tanto, vemos a
Satán allá ante el trono celestial acusando a los hermanos.
2. Nuestro Abogado
¡Pero gracias
a Dios! “…abogado tenemos para con el Padre…” (1Jn 2:1), a Jesús, quien
intercede por nuestra causa contra las acusaciones de Satanás.
3. Nuestro Testimonio
¿Con qué está
abogando nuestra causa? ¿De qué es El Sumo Sacerdote? Amigo mío, reciba esta
poderosa verdad. Él aboga con aquello de lo cual ha dicho que es Sumo
Sacerdote. Jesús está allá abogando o intercediendo por lo que usted dice o
confiesa. Utiliza su confesión contra las acusaciones del diablo. Él es Sumo
Sacerdote de nuestra confesión (de lo que decimos). ¡Oh! ¿Puede comprender
ahora la importancia de lo que usted dice? ¿Está dándole a Jesús una buena
confesión que Él pueda usar para defenderle contra las acusaciones de Satanás?
a.
Produce Derrota. Imagínese esta
escena conmigo en su mente. Ralph Mahoney está pasando una prueba terrible en
su fe, un verdadero período de prueba.
El diablo está
vigilando cada detalle a fin de poder descubrir algún detalle del cual pueda
acusarme delante del Padre. Jesús se inclina para escuchar lo que Ralph está
diciendo.
Si Ralph está
quejándose y acusando a Dios neciamente por permitirle aquella prueba, Jesús no
tendrá nada con lo cual pueda contrarrestar “al acusador de los hermanos”.
En lugar de ello,
Ralph ha cargado el cañón de Satanás con suficiente munición para sacar en cara
ante Dios la mala conducta de su hijo. El resultado: La prueba y tentación
continúan su curso debido a que Ralph aceptó la derrota y dio autoridad al
diablo ante Dios para mantenerle tirado en tierra.
b. Produce Victoria. Pero ahora invirtamos la situación. Ralph
está pasando una verdadera prueba de la fe. Jesús se inclina para escuchar la
victoria de su testimonio. Le escucha confesar 2Co 2:14; Dn 3:17-18; Job
13:15.
Jesús recoge
esas promesas junto a nuestra confesión, y comienza a presentarlas delante del
Padre. ¿Cuál es el efecto en el Cielo? El acusador de los hermanos es lanzado
fuera. Recibimos la victoria y la mantenemos.
La experiencia
de Job puede ser nuestra, pues Job 2:10.
La parte final de la cuestión es más bendecida que la del principio. La doble
porción es derramada para restaurar todo aquello que se perdió en la prueba. Job 42:12.
G. CONCLUSIÓN
¡Oh, Aleluya!
Amigo mío, he aquí su camino hacia la victoria. ¡Confiese, proclame, hable o
dé un testimonio de fe ahora mismo! Quizás usted esté pensando: “Nadie está
presente para escuchar”. ¡Por supuesto que sí hay alguien presente para
escucharle! Jesús está esperando escucharle a fin de que pueda ser el Sumo
Sacerdote de su confesión. El diablo lo escuchará y temblará. Dios lo escuchará
y traerá victoria sobre el diablo, le llevará directamente a la victoria de
Jesús. Por lo tanto, proclámela para que todos los ejércitos del cielo la
escuchen.
Dt 30:14. La palabra de su victoria. La
palabra de su sanidad. La palabra de su liberación. Háblela, y será establecida
en su corazón. Proclámela a todo pulmón, y será bendecido. Declárela por todos
lugares que vaya, y obrará a su favor, pues nuestro Dios respaldará Su
Palabra para ponerla por obra. Is
65:24.
La victoria
del Calvario le pertenece. Entre ahora y sea salvo (sozo) (Ro 10:9).
DECLARACIONES DE FE
1) Declaro que Jesucristo es primero
en mi vida, que le amaré, le serviré, lo adoraré, que me consagro a Él con todo el corazón, pues mi vida le
pertenece, ya no vivo yo, ahora Cristo vive en mí, dentro de mí. Jesucristo
está en mí, conmigo y a mi favor. Él nunca me dejará ni me desamparará.
2) Declaro que
haré morir en mí todo pecado por medio del Espíritu Santo al llevar mi cruz
cada día, leyendo a diario las Escrituras, orando en todo tiempo, congregándome
en la iglesia en casa y diezmando mi tiempo, talento y dinero.
3) Declaro que
soy salvo porque he recibido a Jesucristo y he confesado que Él es el Señor y
he creído en mi corazón que Dios lo levantó de los muertos. En Cristo soy
salvo, soy sano, soy libre, soy perdonado y restaurado.
4) Declaro que soy hijo(a) de Dios, y en Cristo Jesús soy lleno
de toda la plenitud de Dios y que todo lo puedo en Cristo que me fortalece en
cualquier situación de la vida.
5) Declaro que
Dios me ha unido con Cristo Jesús y me ha hecho uno en Él, y ha hecho que
Jesucristo sea mi sabiduría, justificación, santificación y redención.
6) Declaro que
la bondad de Dios está sobre mi vida, que Dios dispone que todas las cosas en
mi vida ayuden para mi bien, aunque nos las entienda, porque he sido llamado(a)
conforme a Su propósito.
7) Declaro la
protección de Dios sobre mi vida de toda clase de males, peligros, tentaciones,
desgracias, porque estoy cubierto bajo el pacto de la sangre de Cristo. Ningún
arma forjada contra mi prosperará, el enemigo no me puede tocar.
8) Declaro sabiduría,
revelación, madurez y crecimiento espiritual en mi vida, que la gente verá en
mi a Jesús, que soy un(a) portador(a) de la gloria de Dios, que donde
esté y con quien esté mostraré Su presencia, Su poder y Su amor.
9) Declaro que
yo y mi casa serviremos s Jesús, que se rompe la ceguera espiritual que
envuelve a mi familia, que todos conocerán a Jesús como su salvador, que
llegarán a sus pies y se rendirán a él, hago mía la palabra que dice: cree en
el Señor Jesucristo y serás salvo tú y toda tu casa.
10) Declaro la
paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento humano sobre mi vida, todo temor y
angustia se van de mí, pues la paz de Dios guarda mi corazón y mi mente en
Cristo Jesús. La paz de Dios gobierna mis pensamientos, el gozo del Señor es mi
fortaleza.
11) Declaro nací con un propósito y
para los propósitos de Dios, y que el Señor cumplirá su propósito en mí. Fui
creado(a) para adorar a Dios, pertenecer a la familia de la iglesia, conocer a
Jesucristo por medio de las Escrituras y la oración, servir a Dios y a los
necesitados por medio de los done espirituales y talentos naturales que he
recibido y para dar a conocer a todos los que me rodean el amor de Dios en
Cristo.
12) Declaro que
la puertas de bendición han sido abiertas para mí y nada ni nadie las podrá
cerrar, que el favor de Dios está sobre mí y que el bien y la misericordia de
Dios me seguirán todos los días de mi vida.
13) Declaro que
la atmósfera de mi casa es transformada y se respira paz, gozo, prosperidad,
abundancia y provisión financiera milagrosa, Dios me ha librado de la ruina. El
Señor es mi pastor y nada me faltará.
14) Declaro que
Dios pelea por mí y va delante de mí, pues él es mi castillo, mi torre fuerte,
mi alto refugio y mi pronto auxilio en las tribulaciones, Él se encargará de
mis enemigos y me dará siempre la victoria en el nombre de Jesús. Amen!