Sanidad Del Alma
Existen dos
procesos de sanidad para el cuerpo: el natural y el sobrenatural (divino). Los
doctores en medicina saben que no pueden sanar. Ellos sólo ayudan a los poderes
“naturales” de sanidad ya existentes en el cuerpo.
No obstante,
Jesús es mayor que los demás médicos. Por medio de su poder sobrenatural, los
cuerpos enfermos también pueden ser sanos. El poder divino para tales
sanidades, viene directamente de Dios.
A. DOS FUENTES DE
SANIDAD
Los dos
recursos para la sanidad también se aplican al alma. Se dice que el tiempo
sana. Esta sanidad natural que ocurre con el pasar del tiempo, nos ayuda a
sobreponernos a algunas de las dolencias internas que nos daban problemas
durante nuestros años más jóvenes.
1. Natural
Descubrimos
con el tiempo que no todos son tan fuertes, inteligentes y que luzcan mejor que
nosotros. La mayoría de nosotros aprendemos a relacionarnos con los demás y a
tener éxito en nuestros campos de trabajo. Ganamos el respeto de nuestras
familias, amigos y compañeros de trabajo.
A medida que
aumentamos en años, nos enfrentamos con aflicciones, sinsabores y pérdidas que
nos ayudan a madurar y a entender. Aun las personas que padecen de enfermedades
mentales, a menudo se recuperan por ellas mismas en cierto período de tiempo.
Es evidente que el alma tiene poderes de sanidad naturales como los tiene el
cuerpo.
No obstante, algunas personas no
superan los problemas que tuvieron en los primeros años de sus vidas. Llevan
las cicatrices o marcas dolorosas hasta la vida adulta. Todos nosotros quizás
tenemos algunas heridas o lesiones del pasado que afectan nuestras actitudes y
acciones presentes.
Para algunos,
sin embargo, las cargas emocionales son tan pesadas que apenas pueden funcionar
de manera normal. Muchas de tales personas han sufrido quebrantamientos
emocionales o mentales. Cuando las lesiones son demasiado profundas, los
resultados pueden ser permanentes.
Los psicólogos y psiquiatras son doctores que
tratan los desórdenes mentales y emocionales. Ellos procuran, a través de la
medicina y el consejo, ayudar a los poderes naturales de sanidad del alma.
Así pues,
como existen enfermedades físicas que no pueden ser curadas, igualmente hay
enfermedades del alma que no pueden ser ayudadas utilizando los medios
naturales.
A fin de
“restaurar” un alma en tal estado, se necesitaría un “milagro”, una sanidad
sobrenatural.
Conozco
jóvenes que han “quemado” sus cerebros lesionando sus almas con el uso de
drogas. En una ocasión eran jóvenes talentosos, saludables y con un porvenir
brillante para sus vidas en el futuro. Ahora están quebrantados en sus
espíritus, en sus mentes y en sus cuerpos. ¿Hay alguna esperanza o será
demasiado tarde? Únicamente un milagro puede suministrar una necesidad de tal
naturaleza. Loado sea Dios, pues Él es la esperanza.
Nuestro Señor
es el Dios todopoderoso, hacedor de milagros y maravillas. Él es
misericordioso.
2. Sobrenatural
Examinemos
estas preciosas palabras Is 58:10.
El dolor de
ser rechazado puede ser sanado únicamente por el amor y la aceptación. Dios
desea alcanzar a los “afligidos” a través de usted y de mí, por medio de
nuestros corazones y manos.
a. David
Experimentó Sanidad. David habló por todos nosotros en su hora de dolor
interno cuando clamó: Sal 41:4.
David conocía
personalmente respecto a ese amor de Dios que sana o nunca podría haber escrito
el Salmo 23: “Jehová es mi pastor… Confortará [sanará]
mi alma”.
Más tarde, el
salmista habla de la gracia de Dios expresada en las siguientes hermosas
palabras: Sal 147:3, 5, 6.
b.
Jesús Obró Sanidad Entonces. Hay un
pasaje especial en los evangelios, los cuales, he visto en una nueva luz. Me
gustaría compartirlos con usted, pues habla de la naturaleza del ministerio de
sanidad de Jesús: Mt 4:23, 24.
Es de interés
notar que las Escrituras dicen que Jesús sanó “toda enfermedad y toda
dolencia” (v 23). Esto incluía las enfermedades espirituales, mentales,
emocionales y físicas. El versículo 24 nombra algunas de las enfermedades
relacionadas con cada parte del ser total del hombre:
1) Enfermedades
Espirituales: posesión demoniaca;
2) Enfermedades Emocionales: tormentos;
3) Enfermedades Físicas: parálisis.
c. Dios Sana Hoy. Jesús iba por todas partes
sanando completamente hombres y mujeres. Por donde el pecado irrumpía,
espíritu, alma o cuerpo, Jesús pasaba perdonando, limpiando y produciendo el
poder sanador del amor de Dios.
Cuando pienso
en mi buen amigo Costa Deir, recuerdo cómo Dios le sacó de las profundidades
del pecado; era un caso perdido. El alcoholismo había lesionado gravemente su
cerebro, hígado, corazón y sistema digestivo. Satanás le había robado sus
amigos y familiares. Había destruido su cuerpo, y ahora iba tras su alma.
Estaba
enfermo mental, espiritual y físicamente, y próximo a la muerte eterna.
Entonces, tuvo un encuentro con el Médico de médicos en el mundo: El Señor
Jesucristo.
¿Y qué hizo
Jesús? Le sanó completamente, hizo de él una nueva criatura en el espíritu,
alma y cuerpo. ¡Aleluya! No es de asombrarse el por qué ahora desea contarle a
todo el mundo acerca del poder sanador del amor de Cristo.
B. CINCO PASOS HACIA
LA SANIDAD DEL ALMA
Sí, Dios
desea que nosotros también seamos sanados. ¿Pero cuál es el proceso por medio
del cual “la sanidad interna” puede verificarse en nuestras vidas? Creo que hay
cinco pasos importantes que debemos dar en oración y fe:
Los primeros
tres pasos para la sanidad del alma herida pueden ser encontrados en estas
palabras de esperanza y consuelo expresadas por Jesús.
· “Venid
a mí los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”
· “Llevad
mi yugo sobre vosotros, y
·
Aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso [restauración] para vuestras
almas” (Mt 11:28, 29).
1. Venga A Jesús
El primer
paso para la sanidad interna (o la sanidad del alma) es éste: ¡Venga a Jesús!
Cristo nos invita a ir a Él.
Si vamos a
cualquier otro lugar o procuramos otro recurso, seremos desilusionados. ¿A
quién se torna usted en tiempo de necesidad? Jesús dice: “Venid a mí...”.
Sí, Jesús espera
con Sus brazos abiertos y nos invita a ir a Él. Él le da la bienvenida al
pecador perdido. Como se dijo antes, necesitamos ser perdonados y ser librados
de la pesada carga de la culpa y condenación. Ahí es donde la “sanidad interna”
comienza. Todos nosotros debemos ir a Jesús y aceptarle como nuestro Salvador.
Sin este primer paso, jamás podremos recibir el segundo. Es vital que nos
arrepintamos si es que deseamos ser restaurados.
2. Tome Su Yugo
El yugo de
Cristo se refiere a Su gobierno o control sobre nuestras vidas. Él no sólo
tiene que ser nuestro Salvador, sino también nuestro Señor y Maestro.
El diablo
quiere engañarnos con mentiras. Desea que creamos que vamos a perder nuestra
“libertad” cuando rindamos nuestras vidas al Señor. Él nunca nos dirá que su
yugo de pecado viene a ser más pesado y más doloroso entre más tiempo lo
llevemos. Llegará el momento que caeremos rendidos bajo su peso. Únicamente la
gracia de Dios puede libertarnos de su yugo.
Muchos
cristianos sufren bajo el peso de un yugo que ellos mismos fabrican. Es el peso
de una vida obstinada. Ellos han confesado a Cristo como Salvador. Desean ir al
cielo cuando mueran. Sin embargo, no quieren someter su voluntad a nada, ni a
nadie; sólo desean hacer su propia voluntad en muchas áreas de sus vidas aquí
sobre la tierra.
Dios a veces
nos deja seguir en nuestra propia voluntad a fin de enseñarnos una lección.
Pronto descubriremos que es una trayectoria muy dolorosa. El andar en la
“carne” incluye muchas caídas trágicas. Cada una deja una cicatriz sobre
nuestras almas como ya hemos podido ver.
Es evidente
que esa clase de dolor interno puede ser sanado únicamente cuando nos tornemos
a Jesús y le confesemos como el Señor de nuestras vidas. Para nuestro
gozo, descubriremos que Su yugo es fácil y liviano: como las plumas de una ave.
La sumisión total de nuestras vidas a Jesús significa la sanidad total de
nuestras vidas por Él. Además, es la única manera hacia la verdadera libertad
espiritual.
Cuando
nuestra fe, esperanza y planes para el futuro están vinculados con el Señor,
nuestras fuerzas internas serán renovadas y restauradas. Entonces, podemos
remontarnos por las nubes sin cansarnos, como si fuésemos montados sobre las
alas de águilas (Is 40:30, 31).
3. Aprenda De Él
Cuando Jesús
es el Señor de nuestras vidas, venimos a ser Sus discípulos. Un discípulo es
uno que vigila, escucha y aprende de su maestro. ¿Qué es lo que podemos
aprender de Jesús con relación a la sanidad de nuestras almas (sanidad
interna)? Podríamos preguntarnos: ¿Acaso Jesús se halló en circunstancias
(lugares) donde Su alma fue lesionada y herida? Si lo estuvo, ¿Cómo reaccionó
ante tal dolor? ¿Cómo fue su alma restaurada?
a. Él Sufrió. Jesús es el patrón o modelo
perfecto de nuestras vidas. Si podemos descubrir cómo Él, en Su humanidad,
afrontó y triunfó sobre todos los problemas, de seguro que también nosotros
podremos hacerlo. Tornémonos a la Palabra de Dios para nuestras respuestas. El
escenario donde los agravios de Jesús comenzaron, fue el Huerto o Jardín de
Getsemaní: Mt 26:37, 38.
Las horas
horribles que siguieron en el Calvario fueron descritas por el Profeta Isaías.
Él dijo que el cuerpo de nuestro Señor sería azotado, y que por Sus heridas o
llagas nosotros seríamos sanados. “Por sus llagas somos nosotros curados” (Is
53:5). Creo que Él también sufrió en Su alma para que nuestras propias almas
fueran sanadas. Escuche estas palabras adicionales de la pluma del profeta: Is 53:11, 12.
Como fue declarado anteriormente, su terrible
profecía fue cumplida durante los eventos de la crucifixión de Cristo. Él no
sólo sufrió en cuerpo, sino que también su alma padeció. Fue desamparado por
Sus propios discípulos y rechazado de los judíos, Su propia raza.
Ellos se
burlaron de Él, le tiraron de los cabellos de Su barba hasta arrancarlos, y
abofetearon Su rostro. Escupieron Su rostro, le desnudaron públicamente y,
luego, le sentenciaron a morir de la muerte más vergonzosa pronunciada sobre
los criminales más terribles de la época: la crucifixión. Los líderes
religiosos de aquel tiempo le escarnecieron en voz alta mientras Él en silencio
sufría con dolor.
¿Qué más
podría haberse hecho para hacer Su agonía del alma peor? Sólo una cosa: verse
abandonado por Su Padre Celestial. No podría haber una herida mayor para el
corazón humano. Con todo, tenía que sufrirla. Ese era el precio que tenía que
pagar por nuestros pecados.
El corazón de
Su Hijo no sólo fue quebrantado, sino que como Padre Celestial, el Suyo también
lo fue. 2Co 5:21.
Cuán doloroso
tuvo que haber sido aquel clamor surgido de los labios de Jesús a medida que
ascendía desde la tierra hasta el cielo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?” (Mr 15:34). En realidad cuando la lanza fue incrustada
en el costado de Jesús, lo que salió fuera de su cuerpo fue más que meramente
agua y sangre: “por
cuanto derramó su vida [alma] hasta la muerte…” (Is 53:12). Sí, el Señor Jesús
ofreció Su alma a fin de que nosotros pudiéramos recibir sanidad para la
nuestra. Sin duda alguna Él experimentó cada lesión dolorosa sufrida por el
alma del hombre.
b.
El Perdonó. La tensión y
contorsión sobre Su alma durante aquellas horribles horas, debieron haber sido
terribles. ¿Cómo mantuvo Él Su ser interno en victoria? ¿Qué era lo que
protegía Su alma de la destrucción?
Creo que la
respuesta puede ser encontrada en Su respuesta a Sus “atormentadores”: los
líderes y soldados crueles a los pies de la cruz: Lc 23:34.
¿Qué era lo
que protegía y restauraba Su alma? Era el perdón. En realidad, eso es lo
que tenemos que aprender de Jesús: el cómo perdonar, que es la clave o llave
principal hacia la sanidad interna.
c. Tenemos Que Perdonar. ¿Recuerda usted
la historia que Jesús relató acerca del hombre a quien su amo le había
perdonado una gran deuda? Con todo, él no pudo perdonar a otra persona una
deuda menor que le debía. Su amo se enojó mucho con él cuando se enteró acerca
de su espíritu implacable. Por consiguiente, lo mandó echar en prisión para que
fuera “atormentado” por sus verdugos. Jesús la aplicó de una manera muy
personal: Mt 18:30-35.
¿Qué
quiso decir Jesús con eso? Si somos negligentes en perdonar a los demás, una
raíz de amargura o resentimiento puede comenzar a crecer en nuestras almas.
Llegará el tiempo en el cual resultará en frutos muy amargos. Nuestras almas
sufrirán si retenemos “rencores o resentimientos de enojo” contra otros.
Tal dolor
traerá tormentos a cada parte de nuestras vidas: una vida que viene a ser un
infierno sobre la tierra. El perdón es la llave que abre la puerta de salida de
ese infierno. El salmista estaba hablando de Jesús cuando dijo: Sal
16:10.
Nuestras almas
pueden en realidad pudrirse o corromperse en el infierno implacable. El
infierno no pudo retener al Señor Jesús, porque Él ya tenía la llave del perdón
en Su mano cicatrizada por los clavos.
Si usted está
sufriendo de la enfermedad del alma llamada resentimiento, dé una mirada a
Jesús para que le otorgue la gracia del perdón. Ese es un remedio rápido y
seguro que puede traer sanidad a su alma.
Pronuncie
estas palabras: “Padre, perdónalos, y perdóname a mí, ahora mismo, por amor
a Jesús y en Su Nombre te lo pido. Amén”. ¡Puede confiar en que así será!
4. Vayamos Como Niños
Después
de perdonar a los que nos han herido e injuriado, debemos estar listos para el
siguiente paso: el de la sanidad interna. Debemos ir a Jesús como niños.
Nuestro
respaldo bíblico está en el evangelio de Marcos. Algunos padres llevaban sus
hijitos a Jesús para que fueran tocados y bendecidos por Él. Los discípulos se
molestaron por eso, pensando que tal acción les estaba robando su tiempo con
Jesús.
Por
consiguiente, reprendieron a los padres y trataron de impedir que los niños
fueran atendidos por Jesús. El Señor se disgustó mucho con la acción de Sus
discípulos y les habló las siguientes palabras. Mr 10:14, 15.
Hay poder sanador para la persona total en el
Reino de Dios. Jesús demostró eso a través de todo Su ministerio terrenal. Sin
embargo, a fin de recibir ese poder sanador debemos ir a Él como niños.
a. Las Memorias Tempranas Necesitan Ser
Sanadas. Muchas de las cicatrices en nuestras almas fueron de heridas
sufridas en eventos sucedidos en los primeros años de niños. A éstas, fueron
agregadas otras heridas que recibimos a medida que crecíamos hacia la vida
adulta.
Creo que el
llegar a ser un niño incluye regresar en el recuerdo o memorias de los primeros
años de la existencia. Lo que somos, creemos y pensamos hoy, es el producto de
todos nuestros años pasados.
Muchos de
nosotros tenemos sombras del pasado que oscurecen nuestras vidas presentes.
Éstas, pueden ser trazadas de heridas dolorosas del alma recibidas hace muchos
años atrás. Éstas han lesionado nuestras mentes y emociones de tal manera que
es difícil entrar plenamente a nuestra vida en Cristo.
b.
El Espíritu Santo Nos Trae Sanidad.
Sin embargo, ahora tenemos un nuevo Espíritu en nuestro interior, el cual,
puede llevar el poder sanador de Jesús hacia aquellos lugares internos que
sangran.
Con la ayuda
del Espíritu Santo, imagínese a sí mismo como un niño con Jesús. Véase a sí
mismo andando hacia atrás por la avenida del recuerdo con el Señor. No tiene
que estar atemorizado de afrontar nada, algún lugar o a alguien cuando Jesús
está a su lado. Él no desea lesionarle, sino sanarle de los incidentes
dolorosos que le ocurrieron en el pasado. Él le mostrará el por qué usted se
siente y actúa como lo hace cuando afronta ciertas situaciones.
A menudo
tenemos sentimientos reflexivos cuando afrontamos algo que nos recuerda a una
parte dolorosa o vergonzosa del pasado. Algunas veces no estamos directamente
conscientes de la causa, pero la respuesta emocional está todavía allá. Nos
sentimos de la misma manera cada vez.
El Señor
quiere alcanzar las raíces de todas esas aflicciones reflexivas. Él desea sanar
esas memorias con Su amor y entendimiento. Algunas veces recordamos a las
personas que nos causaron las heridas del alma. Podrían ser nuestros padres u
otros miembros de la familia. Maestros y otras personas en autoridad también
podrían abusar de los derechos para controlar las vidas de los demás.
Esto ayuda a
entender que muchas veces tales personas están enfermas en sus propias almas.
Ellas también han sido heridas en el pasado. Así que, utilizan el poder de su
posición para edificar su propio bajo sentido de autoestima.
En tales
casos, el Señor nos asegura respecto a su amor y del lugar especial que tenemos
en la familia de Dios. Luego, nos revela cuánto desea traer Su amor y perdón
sobre cada uno. Si somos tocados con esa clase de amor, de seguro que nuestros
corazones o almas serán sanados. Podremos recibir Su perdón y ser liberados de
los sentimientos de amargura y pena por nosotros mismos. Además, ese amor nos
capacita para perdonar y exonerar a otros hacia la gracia y misericordia de
Dios.
c.
El Perdón Trae Sanidad
1) La
Historia De Una Joven Esposa Y Madre. Recuerdo una joven esposa y madre en una de las Conferencias de Verano
de World MAP, quien era impulsada por un espíritu gitano para ir vagando por
los lugares. A veces el espíritu venía de repente sobre ella y la hacía que se
fuera y abandonara a su esposo e hijos, conduciendo el automóvil de la familia
millas lejos de la casa.
Una vez condujo más de mil millas antes de que
fuera descubierta y puesta bajo la custodia de un hospital local. Finalmente,
se hicieron arreglos para que viniera a uno de nuestros servicios de oración.
El Señor le
dio a uno de nuestros líderes del equipo una palabra de ciencia (revelación,
conocimiento del Espíritu Santo) respecto a la causa de su comportamiento. Ella
había experimentado una serie de incidentes en su niñez que habían lesionado
seriamente su alma.
a) Ella
Sufrió. Había nacido en
Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Antes de la edad de seis años, había
sido física y emocionalmente maltratada por ambos padres. Más tarde, ellos la
abandonaron para que se sostuviera por su propia cuenta, pues ellos se estaban
muriendo de hambre. La guerra fue un período de tiempo pavoroso en su vida.
Vivió durante un tiempo de continuos bombardeos, sin saber si viviría o
moriría. Ella buscaba los basureros para alimentarse de las sobras que otras
personas descartaban, y dormía en cualquier lugar donde pudiera encontrar
refugio. Finalmente, se unió a un grupo de gitanos y vagaba con ellos de sitio
en sito. Fue así que el “espíritu” gitano se posesionó de ella.
b) Ella
Perdonó. Con el transcurso
del tiempo, ella vino a los Estados Unidos, donde conoció al Señor y se casó.
Pero todavía era atormentada por malos sueños e impulsada por esos deseos
repentinos y extraños de salir a vagar como una gitana sin razonar, ni
notificar a nadie. Se necesitó una revelación del Señor a fin de sacar a la luz
la causa que había lesionado su alma tan profundamente.
Después de orar, recibir consejo y de un continuo
respaldo, ella pudo perdonar a los que habían abusado de ella. La herida en su
corazón fue cicatrizando con el pasar del tiempo. Dios restauró su alma y
eliminó el dolor de su pasado trágico. Estudió y se hizo enfermera, ministrando
a los enfermos y a los sufridos. ¡Loado sea el Señor!
2)
Lecciones De La Vida De José. Como
hemos visto, el papel del perdón es muy importante a fin de recibir sanidad
interna. Un ejemplo hermoso de sanidad interna y perdón es hallado en la
historia de José en el Antiguo Testamento (Lea Génesis 37-46).
a) El Sufrió. Usted recordará
que José recibía atenciones y favores especiales de parte de su padre Jacob.
Cuando apenas era un niño, Dios le había mostrado en un sueño que un día
llegaría a ser un gran gobernante. Sus hermanos se pusieron muy celosos y,
finalmente, lo vendieron como esclavo a unos mercaderes que iban de viaje hacia
Egipto. Allá fue comprado por Potifar, oficial del gobierno de Faraón. Su
esposa se enamoró de José y quería que él tuviera relaciones sexuales con ella,
pero fracasó en su perverso empeño. Ella, llena de gran enojo, mintió a su
marido con relación a su conducta, convenciendo a Potifar para que encerrara a
José en la cárcel.
José comenzó
con la promesa de un futuro brillante desde que era niño. Pero cuando llegó a
joven, terminó en una celda fría y oscura. Las Escrituras dicen: Sal 105:18.
Fue
traicionado, vendido como esclavo, acusado falsamente, olvidado en prisión y
probado por la Palabra de Dios. En el aspecto natural, tenía toda la razón para
estar airado, amargado, resentido y aun para sentir lástima de sí mismo. Pero
no sintió ninguno de esos elementos negativos y destructores del alma.
Tales
situaciones nos harán “amargos” o “dulces” (mejores). Todo depende de cómo
respondamos. La alternativa es nuestra. ¿Cómo respondió José?
b) El
Perdonó. Todos sabemos el resto de la historia. José recibió deberes
importantes que desempeñar, aun cuando estaba en prisión. Después de pasar
trece años en la cárcel, fue la única persona en Egipto que pudo interpretar
los sueños de Faraón. Como resultado, él fue colocado en una posición de gran
autoridad y poder sobre toda la nación. Fue el segundo en autoridad sobre todo
Egipto después de Faraón. Entonces, Dios trajo a sus hermanos a Egipto donde
José gobernaba. ¿Qué hizo él con sus perversos hermanos que le vendieron como
esclavo? ¿Acaso se vengó de ellos con gran enojo? ¿Decidió destruirlos bajo un
arranque de ira por todos aquellos años de rencor? ¡No, él los alimentó y
perdonó! ¿Qué produjo en José una reacción tan noble? No creo que la acción de
José fuera una producida deprisa o por accidente. No fue algo que sucediera por
casualidad o porque fuera una “buena idea” para ese tiempo. Era una acción que
había nacido de su carácter, y para edificar un carácter de tal índole, se
necesitan muchos años.
Cuando José vio a sus hermanos, ya él había pasado
unos veintitrés años en Egipto. Cuando llegó por primera vez, sólo tenía
diecisiete años. Ese es suficiente tiempo para “amargarse” o “endulzarse”.
d.
Pero Dios Obró Para El Bien De Todos. Yo
creo que José se mantuvo confiando en la Palabra de Dios y en el sueño para su
vida. Esa fue su esperanza. Tenía un destino divino. Por consiguiente, todas
las cosas obrarían al final para el cumplimiento y bien de tal propósito. Esa
revelación le mantuvo fiel y perdonando. Usted recuerda sus palabras de
sabiduría divina a sus hermanos: Gn
50:19-21.
1)
José Confió En Dios. Todavía hay otra verdad acerca de la sanidad
interna que podemos aprender de la vida de José. Después de su ascenso al poder
en Egipto, recibió por esposa a Asenat, hija de Potifera. Note que el nombre
del padre de su esposa es muy similar, tanto en significado como en palabras
literales al de su antiguo amo: Potifar.
a)
Dios Sanó Sus Memorias.
Cualquier herida o resentimiento que guardara José en su corazón respecto a
Potifar, podría haber llegado a ser un gran problema. La mera presencia de su
suegro o aún la mención de su nombre, podría traer a la memoria de José los
años de recuerdos dolorosos de su castigo injusto en prisión. ¡Cuántas personas
hoy sufren de estas mismas clases de experiencias dolorosas del pasado!
Pero por la
gracia de Dios, José había sido sanado de toda suerte de dolor cruel e injusto
de su pasado. Esto es claramente visto en los nombres de sus dos primeros
hijos, Manasés y Efraín (Gn 41:51, 52).
Manasés
significa “tratando de olvidar”. José explica la selección de este nombre con
las siguientes maravillosas palabras: “Porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi
trabajo, y toda la casa de mi padre” (v 51). Dios había sanado la
memoria de José.
Esto no
significa que esas memorias estaban totalmente impedidas. Sí significa que el
dolor en tales memorias había sido eliminado. Dios había restaurado el alma de
José. Ahora podía recordar el pasado sin dolor o sufrimiento. La pérdida de su
familia y la dureza de los años que pasó en prisión habían sido reales. Pero su
alma no había sido destruida.
b) Dios Hizo Que Fuera Fructífero.
Efraín: el nombre de su segundo hijo significa “fructífero”. José
agrega estos pensamientos de su corazón: “Porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra
de mi aflicción”
(v 52). Dios no sólo había removido el dolor de las memorias de José, sino que
también hizo otra cosa más: Él limpió la vida de José de todo vestigio o evento
del mal y lo tornó para bien, para él y para Dios. El eterno propósito de Dios
estaba siendo obrado en la vida de José oportunamente. Nada se perdió, ni se
desperdició. Dios puede hacerle fructífero en su tierra de dolor y aflicción.
Permítale que entre a su alma y le sane.
5. Entregue Su Alma A Dios
Dios no sólo
desea sanar nuestras heridas del pasado, sino también darnos una esperanza
radiante para el futuro. Podemos confiar en Él para que nos proteja de las
heridas internas que lesionarían nuestras almas en los años por venir. La
gracia oportuna de Su perdón puede apagar rápidamente los fuegos del enojo,
resentimiento, celos, temor y pena de sí mismo, antes de que puedan herirnos y
herir a otros. Nuestra alma puede estar en paz, y podemos gozarnos en Su gran
amor por nosotros. En esto podemos descubrir un verdadero sentido de valor
propio. Así como José, nosotros también tenemos un destino eterno en Cristo
Jesús.
Quizás, amado
lector, su corazón habrá sido movido grandemente por la esperanza de sanidad en
lo más profundo de su alma. Acepte esta obra como una operación compasiva del
Espíritu Santo preparándole para la liberación que tanto desea.
a.
Jesús Revelará. Quizás usted haya
tratado antes, por su cuenta, de inquirir en las cosas del pasado. Pero siendo
que el resultado fue que ello le condujo hacia una depresión peor, lo dejó a un
lado. Esta vez, trate por medio de ir a Jesús, y deje que Él haga las
investigaciones de su alma. Él es sabio y amante y muy compasivo. Él puede
traer a su mente las partes, lugares y personas de su pasado que necesitan Su
toque de sanidad. Nuevamente, decimos que Jesús quiere restaurar su alma y
sanarle completamente. No tenga temor.
b.
Jesús Sanará. Un miembro de
nuestro equipo ministerial, el Dr. Robert Frost (quien dejó esta vida para
andar con Jesús en 1992), relataba esta historia:
“Hablo
estas palabras de mi experiencia personal. Una vez traté de destapar las
heridas de mi pasado con mis propias fuerzas y sabiduría. Ello sólo hizo las
cosas peores.
Finalmente fui
al Señor y le dije con simplicidad: ‘Voy a confiar en Tu Espíritu Santo para
que me revele lo que necesite saber’. Hágalo a Su manera y a Su tiempo.
Tres días
después, el Señor me presentó algo en la mente que había olvidado hacía mucho
tiempo. Me vi como un niñito en medio de una situación muy triste. Había sido
rechazado y puesto de lado de manera muy detestable.
Me vi a mí
mismo debajo de una escalera oscura en la escuela, con lágrimas corriendo por
mis mejillas. Estaba buscando a Dios para que me ayudara, pues había sido
herido y lesionado en lo más profundo de mi alma.
En un acto de
fe, llevé al Señor Jesús exactamente hasta ese lugar de mi pasado. Le pedí que
me sanara de esos recuerdos dolorosos. Me imaginé a Jesús dirigirse
amorosamente hacia ese niñito. Le vi colocar Sus brazos a mí alrededor como Su
hermanito más pequeño y sanar mi dolor. Me sentí seguro y a salvo en Sus
fuertes brazos y, sobre todo, amado. Esa sanidad interna me ha llenado de un
gran amor por aquéllos que posean heridas graves en sus almas. Esa es la razón
por la cual puedo decir con gran emoción, y con gran fe: Venga a Jesús como si
fuera un niñito. Tome Su yugo de amor sobre usted, y aprenda de Él. Permítale
traer perdón y sanidad a su corazón en estos precisos momentos”.
C. CONCLUSIÓN
Esta oración
bíblica le puede ayudar: Sal 139:23, 24. Si el Señor le muestra “cualquier
dolor mental, sufrimiento o padecimiento”, revéleselo a Él en oración.
Jesús es el único que puede sanar su alma. Él prometió: Mt 11:29.