Medios Y Conductos De Sanidad:
Parte I
Dios
tiene diversos medios para hacernos disponible Su poder sanador en el presente.
Él puede obrar de cualquier manera que escoja. No cometa el error de dictarle
el modo en que tiene que sanar. Deje que lo haga a Su antojo. Examinemos
algunos de los conductos a través de los cuales puede hacerlo.
A. SANIDAD NATURAL:
LOS PODERES NATURALES DE RECUPERACIÓN
Una de las razones por la cual estoy personalmente
convencido de que Dios es un Dios sanador, es la ley natural de sanidad y
recuperación que instituyó en el sistema humano. El cuerpo posee una
resistencia y poderes de recuperación asombrosos. Si se le da la oportunidad,
se restaurará a sí mismo a un estado de salud normal.
Considere por
un momento la sustancia que Él ha colocado en la sangre. La fibrina es una
proteína que se aloja en la corriente sanguínea, es soluble y viaja alrededor
del sistema circulatorio continuamente sin causar problema alguno.
No obstante, si una persona es herida y la sangre
comienza a salir de la misma, la fibrina es la que produce el coágulo. Es
parecida a una fibra blanca, que al hacer contacto con la atmósfera externa,
empieza a formar un tejido de malla de fibras blancas que producen un coágulo.
Éste detiene la salida de la sangre de la herida.
Si se usa un
vendaje sobre la herida por algún tiempo, la fibrina siempre seguirá formando
el coágulo para detener la sangre. El vendaje puede ser eliminado y se notará
que la fluidez de la sangre habrá cesado por la acción del coágulo.
Las células o
glóbulos blancos son también parte del maravilloso mecanismo de defensa del
cuerpo. Cuando los organismos contagiosos entran en el cuerpo, el cerebro envía
inmediatamente una señal a los glóbulos blancos. Éstos acuden rápidamente hacia
el punto en el que las bacterias han penetrado, comenzando un poderoso ataque
hasta devorar a los organismos extraños.
A medida que vencen al ejército invasor, los cuerpos muertos del enemigo
comienzan a amontonarse. Esto es lo que esencialmente se conoce como tumor de
pus: el amontonamiento de bacterias que las células blancas han derrotado.
Eventualmente, el tumor revienta y el cuerpo lanza fuera los restos del enemigo
vencido que trató de infectar el sistema, pero infructuosamente.
Existen otras
muchas maravillas dentro del cuerpo humano, las cuales, unidas constituyen el
glorioso sistema que resiste las enfermedades. Éstas procuran proteger al
cuerpo en todo momento de las invasiones del enemigo y preservan la salud que
Dios ha provisto. Recuerde que la enfermedad es anormal. La buena salud es la
condición normal de Dios para su maravillosa creación.
B. DIETA Y CUIDADO
GENERAL DEL CUERPO
El cuidado
inadecuado del cuerpo puede conducir a una condición de mala salud, en cuyo
caso, no sólo requiere sanidad física, sino también algún cambio que
proporcione el debido cuidado y atención en el futuro.
No estoy
sugiriendo que nosotros los gentiles debamos seguir las leyes judías al pie de
la letra. Lo que estoy diciendo es que debemos aprender de ellos respecto a la
necesidad de otorgar el debido cuidado y consideración a la buena dieta e
higiene personal.
Cuando una
persona está sufriendo de mala nutrición (la consecuencia de una dieta
inadecuada), solamente hay una cura, una mejora definida en la dieta.
La persona
debe asegurarse de que está siguiendo una dieta nutritiva y equilibrada,
conteniendo las proteínas y vitaminas que el cuerpo requiere para mantener la
buena salud. En algunos países esto no siempre es fácil.
La escasez de
alimentos hace difícil y, a veces, imposible obtener suministros indispensables
de alimentos necesarios. No obstante, aun en los países donde hay alimentos en
abundancia, sus habitantes no llegan a reconocer la importancia de la
nutrición.
Algunos se
quejan de que no pueden sufragar los gastos de una buena dieta, pero
eventualmente tendrán que pagar al médico como resultado de ello. Es mejor
gastar el dinero en comida que en pagar cuentas a doctores y hospitales.
1. Nutrición
Para una buena
salud, el cuerpo humano necesita nutrirse de los cuatro principales grupos
alimenticios:
a.
Proteínas. Carne, pescado o aves.
(Puede sustituirlos con lentejas, frijol o nuez.) De cuatro a seis onzas de uno
de éstos diariamente.
b. Vegetales. Zanahoria, apio, chícharo,
elote, brócoli, papa, chayote, calabacita (y muchas otras verduras). Mínimo
tres o cuatro diarias.
c.
Fruta. Naranjas, uvas, manzanas,
tomates, mangos, plátanos, piñas (y muchas otras frutas). Mínimo 1 o 2 diarias.
d.
Granos. Trigo, arroz, cebada, maíz,
etc. (preferible arroz integral, el arroz blanco y harina blanca no tienen el
mismo nivel nutritivo); y productos hechos de granos como el pan, pastas, etc.,
dos porciones o más diarias.
2. Hábitos E Higiene
Por el
contrario, hay personas que perjudican su salud al comer en exceso o al comer
demasiados alimentos poco nutritivos, tales como grasas y almidones.
Éstos, forman
tejidos grasientos en lugar de energía. Tales personas son obesas (gordas) y su
salud sufre como resultado. Se ha dicho que muchas personas hoy están “cavando
sus tumbas con los dientes”; sus hábitos alimenticios les ocasionan una salud
precaria e incluso una muerte prematura. Se necesita disciplina en tales
asuntos. Nuestros cuerpos no nos pertenecen, pues han sido comprados con un
precio. Ahora pertenecen a Dios y, como templos Suyos, es nuestro deber
cuidarlos a fin de que Él sea glorificado en nosotros (1 Co 6:20).
De igual
manera, debemos estar conscientes de la necesidad de la higiene personal. Es
esencial bañar el cuerpo diariamente y lavar los utensilios que usamos para
comer. La suciedad engendra gérmenes, y éstos a su vez, engendran enfermedades.
Aunque el dicho: “La limpieza es lo más próximo a la santidad”, es algo
exagerado, hay alguna verdad envuelta en éste.
Un buen baño
diario, es una buena regla a seguir. “Y te lavé con agua…” (Ez 16:9). He
10:22.
C. EL CUIDADO Y
ATENCIÓN MÉDICA
En casos
donde la salud del cuerpo se haya deteriorado por medio de la atención
deficiente a las leyes naturales de la salud, es frecuentemente necesario
buscar el consejo o atención médica. Ningún doctor puede sanar; sólo Dios puede
hacerlo. La ciencia médica puede cooperar con las leyes de Dios a fin de ayudar
al paciente a recuperarse.
Un famoso
médico francés dijo: “Yo atiendo, mas Dios sana”. Esta es una declaración
verídica. Puesto que Dios está contra todo lo relacionado con enfermedades o
aflicciones, los doctores cooperan con Él para el cumplimiento de Sus
propósitos. Los hospitales son “hogares de misericordia”, que ayudan a combatir
la gran plaga que vino al mundo desde la caída del hombre en el pecado.
D. SANIDAD
PSICOLÓGICA Y EMOCIONAL
1. Pensamientos Y Actitudes Correctas
Uno de los
descubrimientos recientes de la ciencia moderna ha sido el diagnóstico y
tratamiento de las enfermedades “psicosomáticas”. Con esto queremos decir
enfermedades físicas que comienzan en la mente del paciente. Éstas no son
enfermedades imaginarias. En realidad, la persona está físicamente enferma.
Existen síntomas de una dolencia física real. No obstante, ésta ha sido
producida originalmente por la mente del paciente.
Salomón tocó
este principio cuando dijo: “Porque cuál es su pensamiento en su corazón,
tal es él” (Pr 23:7). Cualquier cosa que el hombre permita que su mente
crea, eso mismo sucederá. Si una persona teme a las enfermedades, y siempre
piensa que va a caer enfermo, esos mismos pensamientos pueden producir esa
enfermedad que teme.
Job estuvo
muy consciente de este principio. Parece que él alimentaba pensamientos
negativos de que algún día perdería todo lo que tenía, a pesar de ser rico y
disfrutar de buena salud. Tal vez él pensaba para sí: “Esto es demasiado bueno
para que dure. Las cosas me están saliendo muy bien; esto no me va a durar para
toda la vida”. Cualquiera que fueran sus pensamientos específicos, eran
obviamente negativos y pesimistas. Cuando le sobrevino la tragedia y cayó
enfermo de gravedad, deseó no haber nacido nunca. Él declaró: Job 3:25. Job entendió que los temores
que permitió que controlaran su mente, eran la causa de todos sus
padecimientos. El temor causa tormento según 1 Juan 4:18. Éste es un agente
destructor de la salud, tanto mental como física. Ésta es una de las razones
por la cual Jesús amonestó lo siguiente Lc
8:50. Hemos sido creados para la fe y no para el temor. La fe nos fortalece
y edifica, mientras que el temor desmoraliza y destruye.
2. Las Emociones Incontrolables
Las
emociones negativas que no son controladas, también son nocivas a la salud.
Muchos
cristianos se dejan controlar por sus emociones en lugar de ellos controlarlas.
Dependen demasiado del “cómo se sienten”. Si se sienten un poco deprimidos,
permiten que la depresión les gobierne.
Cada
desilusión, por pequeña que sea, les conduce más y más hacia el desaliento. Una
disciplina emocional de tal índole, lo que hace es que socava su salud
seriamente y puede causar una enfermedad grave. Los cristianos jamás fueron
destinados para ser gobernados por las emociones. Por el contrario, fueron
creados para controlar las emociones, fantasías y sensaciones, por medio de la
fe en la Palabra de Dios.
Nuestras emociones
son inestables, mientras que la palabra de Dios es firme. Si nos alimentamos
regularmente de la Palabra, ésta estabilizará nuestras emociones. El creyente
que se satura del conocimiento de las Escrituras, deja de ser movido de un lado
para otro. Se convierte en algo tan sólido como la misma Palabra. Ésta agrega
cualidades de consistencia, propósito y fortaleza a la mente y el corazón.
Ciertas
autoridades médicas han manifestado que más del 30% de todas las enfermedades
físicas han tenido su origen inicial en la mente o en las emociones. Actitudes
mentales tales como la preocupación, el temor, la ansiedad, la inseguridad, la
introspección morbosa, tensiones nerviosas, celos, frustraciones, enojos y el
pesimismo, son fuerzas poderosas y destructivas. Si se les da rienda suelta,
harán pedazos las fibras de la salud del creyente.
Éstas son las
causas principales de la mayoría de los padecimientos físicos. La tensión alta,
enfermedades del corazón, asma, úlceras y dolores de cabeza crónicos, no son
sino unas cuantas de las muchas enfermedades típicas de aquellos que son
controlados por actitudes mentales y emocionales erróneas.
Cuando una
enfermedad es inducida psicosomáticamente, la persona no solo necesita que su
enfermedad física sea sanada, sino también la sanidad interna de sus procesos
emocionales y mentales. Es fácil para Dios sanar los síntomas físicos, pero si
la actitud mental no es alterada radicalmente, la persona volverá a caer
enferma pronto con la misma o una aflicción similar.
Por ejemplo,
es asunto fácil para Dios sanar una úlcera estomacal, pero lo más difícil es
lograr la sanidad de la actitud mental que causó la misma. Si la persona
interesada insiste en llevar la pesada carga de las tensiones, preocupaciones y
ansiedades, tales actitudes le causarán otra úlcera en poco tiempo. David
concede una fórmula efectiva para la sanidad de estos problemas crónicos.
3. Cómo Recibir Sanidad Emocional
a. Echa Tu Carga Sobre Jehová. Él nos anima a hacer lo siguiente:
Sal 55:22.
Esto acarrea
la acción de echar toda ansiedad, preocupación, temor u otras actitudes
negativas sobre el Señor.
Antes de
poder hacer esto, debemos rendirnos completamente a Él. Cuando una vida está
totalmente sometida a Dios, se convierte en Su propiedad personal. Él es
responsable del mantenimiento de tal propiedad.
Solamente
cuando estamos dispuestos a deshacernos de tales cargas, echándolas sobre el
Señor, entonces, Él podrá sostenernos. Si insistimos en llevarlas, ni aun Dios
puede mantenernos en buena salud.
Hace algunos
años yo cargaba una carga muy pesada. Un hermano en el Señor me dijo:
“...que es poderoso para guardar mi depósito... “ (2 Ti 1:12).
“Confía tu
carga en el Señor. Deja que Él se preocupe. Él se encargará de cuidarla.”
Bueno, fue exactamente lo que hice. Dije: “Señor, te entrego este problema. Yo
no puedo hacer nada. Por favor tú arréglalo a tu manera.”
Me libré de
la preocupación y del problema. El Señor produjo un milagroso resultado siete
años después.
b. Medite En La Palabra De Dios. David describe además la
bendición del hombre que medita en la Palabra de Dios de día y de noche. Sal 1:3.
La meditación
de la Palabra de Dios tiene un valor terapéutico. Salomón, el hijo de David,
dijo además que ésta “es medicina a todo tu cuerpo” (Pr 4:20-22).
c. Traer
Tus Pensamientos A La Cautividad.
Todo pensamiento puede ser llevado cautivo a Cristo. Algunas veces hay
pensamientos perturbadores que nunca nos dejan tranquilos. Son como fortalezas
satánicas en nuestra mente (2 Co 10:3-5). No hay razón para permanecer
controlados por éstos. Atáquelos con la espada del Espíritu, que es la Palabra
de Dios. Memorice pasajes bíblicos que son la solución que Dios da y batalle
contra el temor. 2 Ti 1:7.
No lo recite
una sola vez, insista. Deje que Dios le haga poderoso y victorioso. Confiéselo
en voz alta, fortalezca su corazón en el versículo. Las fortalezas satánicas se
derrumbarán a tierra.
d. Afirme Su Mente En Dios. “Mucha paz tienen los que aman tu ley, Y no
hay para ellos tropiezo” (Sal 119:165). La
paz que viene sobre un creyente por su amor constante hacia la Palabra de Dios
es una sanadora. Is 26:3. Dios quiere que Su
pueblo esté completamente libre de todo problema mental o emocional, además de
toda enfermedad que provenga como resultado de retener actitudes erróneas.
4. Libertando El Espíritu Humano
Cuando se produce el nuevo nacimiento, la vida
eterna es restaurada al espíritu humano. Esta vida no es una fuerza impersonal.
Es el Espíritu Santo quien viene a morar en el interior del creyente (1 Co
6:17). Es la vida que recibimos de parte de Dios. Lamentablemente, muchos
creyentes no son enseñados sobre las cosas del Espíritu, o trágicamente se les
ha enseñado mal. Muchos han sido enseñados que la época de los milagros ya
pasó. Se ha enseñado que los dones del Espíritu eran exclusivamente para la Era
Apostólica. Muchos desconocen el poder que existe en la Palabra de Dios. Debido
a tal ignorancia, su espíritu es como un hombre inocente en prisión. No hay
nada equívoco en el espíritu de tal hombre, pero la ignorancia y el error han
cegado y paralizado su crecimiento espiritual.
A medida que
la mente es renovada por la Palabra de Dios (Ef 4:22-24; Col 3:10,16), la
revelación liberta el espíritu humano, dando paso al crecimiento espiritual.
Jn 8:31,32,36;
Jn 16:13;
2 Co 3:17.
El Espíritu Santo usa creyentes que se rinden a
Sus impulsos para obrar liberación espiritual y llevar paz a las almas. Cuando
esta liberación toma lugar, nos movemos hacia la esfera de la verdadera salud
espiritual. Esta es la base del bienestar total del hombre.
Las
enseñanzas correctas ayudan a las personas a evitar caer en muchas de las
trampas y emboscadas que producen las enfermedades y los sinsabores. El
objetivo principal de la enseñanza de la Palabra, es fortalecer la influencia
del espíritu renacido en Dios. En otras palabras, desarrollar los sentidos
espirituales o la sensibilidad de los santos.
Son muchos
los creyentes en Cristo que no pueden distinguir entre su juicio natural y el
consejo de Dios en sus corazones. Esto es semejante a la mala nutrición
espiritual. Si son edificados con la Palabra, aprenderán a identificar la voz
de Dios, pues reconocerán que ésta armoniza con su conocimiento de la misma.
Esto es lo que produce liberación espiritual y la salud subsiguiente en el
hombre en todos sus aspectos. Dios está interesado en la salud y bienestar
total del hombre. La salud física es una forma vital de producir esta salud. La
enseñanza inspirada de Dios es otra forma vital de producir salud divina.